cuando acepto esa mano,
(tibia, muy tibia, tan firme que mis trémolos son excesivamente notorios)
el olor me atrae
el magnetismo me hace levitar
con un rumbo vertical
(u horizontal, quién sabe cómo es todo de verdad...)
hacia los baldes con colores y orquestas de sentidos
que aplauden los enchastres
toman de los brazos y la cintura a los manumitidos
los hace esenciales
para esta especie de ritual
donde el pleito es la inspiración:
en vez de patearlo
eligieron
cantarlo
pintarlo
penetrarlo
exprimirlo
y adormecerlo.
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