ayer, mientras me sumía en los aires cargados de dulzura del bandoneón y los golpes de marfil coloridos del piano, recordaba. los recuerdos los agarraba con mis manos, los miraba una y otra vez, prendiéndolos y apagándolos con mis ojos. los abstraía y me arrojaba desesperada en ellos. de repente las imágenes se transformaron en suposiciones del presente. ahí estaba yo, si esa situación ocurriese de verdad. como un sueño premeditado. me encontraba rondando entre aquellas personas, circunvolando sus carcajadas, espiando -es que nunca dejé de ser un animal curioso- detrás de las sillas, donde se sentaron. percibía los espíritus contentos, parecía que todos juntos formaban una constelación. y bueno, ahora soy un astro invisible que se deja llevar por las corrientes densas del espacio. un astro solo. pasa que la soledad toma otras formas cuando permanece. la soledad toma otras formas cuando me hace permanecer. permanecer. mis músculos comienzan a tensarse.
a veces deseo con todas mis fuerzas ser parte de una constelación
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