lunes, 10 de octubre de 2011

una seguidilla de pensamientos, como gorriones recién descubriendo el vuelo, se hacen presentes dando vueltas alrededor de algo, en algún lugar, adentro. les recito mi dolor para que serenen su juego confuso, pero no hacen más que mirarme y darme una sensación de pesadez, como si crecieran en masa y volumen. la confusión es imaginada como una ciudad que cambia de color constantemente. pero cuando el amor es tranquilo, cuando es la dosis de música dulce, se crea un espació selvático (como nuestro cabello cuando nos acostamos) un bosque húmedo y lleno de halos, suspiros. bueno, ahora lo siento más por los perfumes penetrantes de la primavera que por una persona. por eso llegan los gorriones a circunvalar mis espacios etéreos, espacios corrompidos.

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