hoy a las cuatro y veinte caminé levantando la cabeza como un ave. te estuve buscando, te veía con una guitarra, con alguna prenda hecha de flores, un librito y un salto. cuando te alcancé a ver fuera de la imaginación estabas sentada sobre un árbol, leyendo a Alejandra. miraste a tu izquierda y ahí comenzó el saludo. después fuimos a ver colibríes a la plaza de atrás.
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