en el andén ilusorio
repintado por el cuchillo predador.
te habla, causándote placer
te clava, gimes
¡pides! ¡ruegas!
estás desnudo, de rodillas,
sin ver más que una magia falaz,
el fin de tu café
esta noche es más larga
y allí te paraste
donde la cristalización te rompe,
te apuñala el espejo
con circunstancias provocadoras,
sin nada, ni ropa ni fuego
se vuelve a sentar.
el pensamiento vuelve a clavarse, más violentamente.
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