solemne imperfección
colorea mi piel.
pero
de mis pupilas asciende un color gris.
las manos culposas
se escurren el cuerpo,
cosen un manantial de preguntas
con el hilo grueso de la duda.
el insistente
peleará con los muros de mi recuerdo andrajoso,
comentando con su alma paciente,
aludiendo a los callos
que divisa delante del corazón.
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