es parte del paisaje
la laguna onírica donde todos los petalos caidos nadan.
qué puedo hacer con este dolor liviano y furtivo
que se acrecienta.
lamentos al llenar los ojos de vergüenza,
los destellos infinitos entran en ellos
y se diluyen en las motivaciones.
la ceguera que escupimos
y la ternura que alcanzo
solamente separándonos
del ocaso maldito de las risas sinceras
y de la multitud que se esconde en sus capas diversas.
la muerte de la risa
nos lleva al umbral del sueño real tranquilo
donde te muestro misterio,
te muestro historias inconclusas
velas y locos
abismos pasados.
pero yo sentada en el césped de la mente,
llevándome por la tibieza musical que la noche implica
soy tan frágil por dentro
que descubro mi sol demasiado rápido,
detengo esta corriente
buscando un refugio idiota.
la verdad es que la tierra se agujerea
porque estoy aquí parada
con sangre de alma en las manos
como si fuera a entregarla
a una sombra nocturna
que revuelve la laguna de día.
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