si quisieras entrar y descubrir los pasillos,
tomar de las posiones,
mirarme fijo.
pero no voy a mentirme más
la calle descubierta de suciedad
con hombres y ciudad vertiginosa
mi error predilecto
caminando y pisoteando los suelos del placer
cada vez más farragosa el alma
se adentra y se quita el perfume.
la ciudad se muere
de envidia lujuria y amor.
cuando los cuerpos se buscan
anhelando los momentos guardados
que desempolvan y mojan
al comienzo del crepúsculo.
esta gente de pura nostalgia
sentada en un banco de plaza azul,
comenta risueña con la luz descendente
y se pregunta a sí misma.
la ciudad se muere
de dolor soledad y recuerdo.
bueno, tambien me muero
de esperar -porque al fin y al cabo siempre aguardo como los secretos vivos-
anhelando un refugio ideal
que no tuviera que llamarse refugio;
y unas alas flexibles y blancas
para desplegarme verdaderamente.
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